La familia no puede desligarse de su competencia educativa a la hora de que los hijos alcance hábitos saludables, por lo que debe contribuir en la formación de sus valores y actitudes, de manera que estén preparados para afrontar situaciones difíciles de la vida, entre ellas las relacionadas con el consumo de drogas.
La familia debe favorecer no sólo el desarrollo físico, afectivo o social de los hijos, sino que tiene que educarles en la conservación y promoción de la salud, entendida ésta en un sentido profundo, ofreciendo un modelo de vida sano. Por ello, y en cuanto a las drogas, los padres tendrán que conocer los factores que facilitan su uso/abuso, sabedores de la importancia que tiene el diálogo y la comunicación para subsanar cualquier problemática de relación con las drogas.
Gracias a la comunicación, los padres influyen en los hijos para que adopten valores y actitudes positivas, que les capacitarán para enfrentarse a otras circunstancias que surgirán en sus relaciones con personas y cosas. Ello, unido al afecto y al cuidado, fomentará en los hijos la necesaria seguridad para su desarrollo cognitivo y social.
Resumiendo, el papel de la familia en cuanto a la prevención, se concreta en:
- Seguimiento de los estudios de los hijos. Contacto con profesores y tutores. Participación en el APA.
- Valorar los esfuerzos y logros de los hijos, potenciando su autoestima.
- Fomentar el diálogo y la comunicación en el núcleo familiar. Apertura a la familia extensa y vecinos.
- Animar a la ocupación lúdica del tiempo ocioso y al desarrollo de las habilidades y destrezas de los miembros familiares (música, deporte, aficiones...).
- Crear un ambiente hogareño sano, libre de alcohol y tabaco. Reducir el consumo de medicamentos «inútiles».
- Participar en la Escuela de Padres y Madres, en los Programas Comunitarios... para informarse y formarse.
- Enseñar a los hijos a tomar decisiones de forma razonada, reflexionada y con sentido común.
DETECCIÓN DE CONSUMOS EN EL SENO FAMILIAR
«... Potenciar, en colaboración con los Servicios Sociales, las AMPAS y otras Entidades Sociales, el desarrollo de programas preventivos dirigidos a las familias en general y a las de alto riesgo en particular...». (Estrategia Nacional sobre Drogas 2000-2008)
La familia, si está preparada, puede detectar cualquier cambio en la actitud de los hijos que tengan que ver con el uso de drogas (lenguaje, pérdida de intereses, gasto excesivo, cambio de humor y de relaciones interpersonales...). En ese momento, y manteniendo la calma, debe evaluar la gravedad de la situación y las soluciones viables, partiendo de un diálogo sincero con el hijo para conocer los motivos y circunstancias que le han llevado al consumo. Después habrá que preparar un plan de acción conjunto de toda la familia y, si los hechos le desbordan, podrá solicitar la ayuda a profesionales que trabajan con adolescentes y/o drogodependientes (educadores familiares, de calle, terapeutas...).
El papel de la familia en la prevención es esencial. Para eso es necesario que los padres pasen el mayor tiempo posible con sus hijos y que no se muestren indiferentes a la educación de sus hijos. Si todos los agentes sociales colaborasen, esto sería posible.
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